Por Emma Roots
Colaboración: Rubén “Teo” Becerra
Fotos: Line DS
Estamos entrando en una etapa en que la derecha más recalcitrante comienza a
relamerse mientras descaradamente nos muestra los colmillos para invitarnos a cenar.
Lógicamente las preocupaciones son varias y de todo tipo, porque la mesa está servida
pero siempre nos toca sentarnos cuando los comensales ya están bebiendo su café.
Ante este viejo nuevo panorama global el reggae siempre ha sabido moverse muy bien y
ha sabido también hacer llegar su mensaje a pesar de los embates mediáticos, las
políticas represivas y asfixiantes, y la pasividad altruista.
En sintonía con ello encontramos a Zoro, un artista sudafricano residente en Barcelona
que redobla la partida y apuesta a la juventud como contrapartida a la exclusión perpetua
de los más en pos de los menos.
¿Cuáles son las diferencias significativas (además de la obvia) entre hacer música
en África y hacer música en Europa?
Bien, crecí siempre rodeado de música desde la más temprana edad en la vida cotidiana.
Mi familia y mis amigos son músicos y la música también es una parte importante de la
sociedad allí donde me crié. Trabajé mucho con nuevos talentos y también para la
comunidad. A veces arrastrábamos el sonido a la calle y teníamos excelentes fiestas
soundsystem. No necesitábamos de la burocracia y cada uno estaba comprometido. Los
niños y lo más grandes también se hacían cargo del micrófono.
Un tiempo después me encuentro haciendo música en Europa, lo que representa más un
quehacer solitario. De todas maneras he trabajado en algunas colaboraciones con otra
gente, pero la vida aquí se desarrolla más entre cuatro paredes. No es como Gugs, mi
vecindario, donde las cosas se aprendían en las calles y alrededor de la música.
Leé la nota completa entrando acá.
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